- Vete. -la agarró del brazo con fuerza llevándola hacia la puerta.
- ¿Qué haces? ¡No he hecho nada!
- ¿No te callas? Fuera, a ver si así aprendes a respetar a tu padre.
La sacó al portal de un empujón y cerró dando un portazo. Lunne reprimió los sollozos hasta llegar a la calle.
Saco el móvil del bolsillo de la chaqueta y miró la agenda. Mamá.
Un pitido, dos pitidos, tres, cuatro, cinco. El sexto no llegó. "Llamada rechazada".
Dejó caer el móvil al suelo y se quedó inmóvil en mitad de la carretera, mientras sus lágrimas se confundían con la lluvia.
A la dulce Lunne no le quedaban sonrisas que regalar.
La dulce Lunne se había cansado de ser la dulce Lunne.
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